domingo, 4 de marzo de 2012

A TI, CARMEN

Se marchó con su marido y su hijo, a un país emergente, pensando que allí sería más fácil que en esta España en crisis y se equivocó. Hoy está sola, aislada, asustada y hundida y yo desde este rinconcito he querido transmitiros lo que seguramente está sintiendo. A veces la vida, nos  dice Serrat en una de sus canciones, nos gasta una broma y de repente nos vemos chupando un palo sentados sobre una calabaza. Algo así le ha ocurrido a la Carmen de la que os hablo. 


Hoy ha vuelto a visitarle la soledad, lo hace casi cada día desde que llegó a ese país extranjero en busca de otros horizontes, con las maletas repletas de ilusiones y al lado de un marido casi recién estrenado, que le prometió la felicidad, si le acompañaba al nuevo mundo. Pero las promesas de ayer, hoy se han desvanecido definitivamente y la soledad se ha instalado de forma perpetua, haciéndole sentir su presencia, cuando ha tomado conciencia de lo sola que se sentía. En ese momento ha comprendido  que durante mucho tiempo se iba a quedar con ella, esa soledad tan gris, tan amarga, esa que deja un hueco hondo, profundo y negro, ésa que uno sabe que nada ni nadie va a poderlo llenar. El hueco de la incomprensión, el hueco del silencio sepulcral, el del miedo, el de las sombras, ese que te hace estremecer y que te hace volver la cabeza y ver solo oscuridad. El del grito que se hiela en la garganta mientras lo escuchas erizada, esperando que te conteste nadie, el que te hace rozar la desesperanza, el que te hace llorar sin posibilidad de que nadie seque las lagrimas ni de que un abrazo te reconforte. Es devastadora a pesar de ser invisible. Es envolvente y húmeda,  porque te cala hasta los huesos y te impide moverte. A veces no se sabe como se puede escapar de ella. Hay días en que te acompaña a todas partes, sintiendo que te pisa los talones, vayas a donde vayas y estés con quien estés. Cuando hay alguien presente se ríe descarada, como diciendo “ya se marchará y me aposentaré, no te vas a librar de mi tan fácilmente, pienso marcar mi territorio, que eres tu. Tú eres mi alimento, mi energía, mi vida y no pienso soltarte”. Es cruel y ella es su prisionera. Desde aquí Carmen extiendo mi mano para ayudarte a regresar.

4 comentarios:

  1. Si sirve la mía, desde aquí la ofrezco también para Carmen.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias nuevamente porque sé que tu ofrecimiento es de corazón y porque no descarto ninguna mano.

      Eliminar
    2. Begoña, esta vez ¡te has salido! que bello alegato por como está escrito, pero que real y certero. Le diría tantas cosas a Carmen....
      La vida es un proceso de aprendizaje y quizás algo tenía que aprender.....
      Yo como Pilar, ofrezco mi apoyo.

      Eliminar
    3. Gracias por tu apoyo, pero mucho me temo que a veces la dependencia afectiva juega malas pasadas y no deja que se tomen las decisiones correctas. Estaremos pendientes de ella y de aquello que pueda necesitar y esperemos que no sea tarde cuando quiera regresar.

      Eliminar