Llevo varios días alejada virtualmente de vosotros o al menos a medio gas. La culpable una terrible otitis que me ha dejado en casa y aquí me tendrá unos días más. Nunca supuse que esto pudiera ser tan doloroso. Yo creía que ser sorda del oído izquierdo, (y juro que es el izquierdo) como mucho te aislaba de la realidad, pero no causaba estos terribles dolores. Lo cierto es que cuando los pinchazos bajan su intensidad y no tengo la sensación de que me taladran el cerebro aprovecho para leer la prensa, escuchar la radio o ver las tertulias y francamente, si no fuera por los dolores preferiría seguir siendo sorda del oído izquierdo y del derecho y no escuchar, una vez y otra, que la corrupción es la que lleva aposentada y mandando tantos años en España, que ya casi nos hemos acostumbrado y nos impide sublevarnos. Es nuestro dinero, el de todos, el que se han gastado a manos llenas, en beneficio exclusivo propio algunos, otros, no administrándolo adecuadamente, no priorizando las necesidades sociales como son la sanidad, la educación, el empleo o la justicia y alguno que otro endeudando a la ciudadanía, para darse brillo personal a modo de Carlos III en un claro despotismo no precisamente ilustrado: obras faraónicas como aeropuertos sin aviones pero con halcones, bibliotecas sin libros ni exposiciones, circuitos urbanos para la gran velocidad cuando sin embargo no están nuestras calles adaptadas a las necesidades de los minusválidos.

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