miércoles, 25 de enero de 2012

CHARLES-LOUIS DE SECONDAT



Hoy la mención es necesaria para este Ilustre liberal, más conocido como Montesquieu. Es a él a quien le debemos la división de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, cuyo fin era que ninguno de los tres pudiera degenerar en el despotismo y fueran todos ellos quienes sirvieran de vigilante de los demás.

Por ello la noticia dada por el actual Ministro de Justicia esta mañana, ante la Comisión del Congreso, acerca de que 12 de los 20 componentes del Consejo General del Poder Judicial sean elegidos por los miembros de la propia judicatura, es una buena noticia a la hora de valorar esa división clara del poder judicial frente al legislativo, que lleva años, más de 25, politizando la justicia. Los justiciables no podemos depender de las ideas políticas de los representantes de la justicia ni de los intereses políticos de los partidos. La  Justicia además de ser ciega debe de ser independiente y ajena a cualquier interés que no sea la voluntad constante y permanente de dar a cada uno lo suyo, así la definió Ulpiano.

Asignan a Alfonso Guerra la desafortunada frase de: “Montesquieu ha muerto” y razón no le faltó porque aún está en la memoria de muchos esa bronca pública que la Vicepresidenta del anterior gobierno Sra. Fernández de la Vega no tuvo empacho en darle a la entonces Presidenta del Tribunal Constitucional, Dª  Mª Emilia Casas. Esto, que a titulo de ejemplo cito, ya que casos ha habido muchos a lo largo de todos estos años, esperemos que se modifique si acaba llegando a buen puerto la anunciada reforma.




No se me ocurre decir más que: ¡Viva Montesquieu!

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