domingo, 13 de mayo de 2012

LA INMENSIDAD DEL AMOR MATERNO


Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre el asunto de "los niños robados", pero no acababa de decidirme a ello. Es un asunto que me crea malestar, inquietud y angustia. Sólo pensar en el hecho de que pudiera haberme sucedido hace que me falte el aire. Que alguien te prive de un  hijo es terrible, deleznable e imperdonable, si eso además lo hace una "servidora de Dios" no tiene calificativo, al menos a mi no se me ocurre, pero lo que sí se me ocurre es que a quien ha sido capaz de hacerlo con engaño, con mentiras, prevaliéndose de su condición de religiosa, abusando de la débil y desvalida deba de aplicarsele la condena máxima y ademas cumplirla. ¿Quien le va a reparar a las madres a las que se les robaron sus bebés cada minuto que no han pasado con sus hijos? ¿Como se indemniza a esos hijos que no recibieron las caricias, los besos, las atenciones, la educación de sus madres?. Cuantas vidas truncadas, las de las madres y las de tantos hijos. 

Recuerdo con todo detalle el nacimiento de mis dos hijos. La primera vez que les ves, esos seres tan diminutos, tan desvalidos y tan perfectos sabes que serán parte de ti para siempre. El primer sentimiento que despiertan en una madre es el de un amor inmenso, que te desborda y que lo seguirá haciendo cada vez que lo mires, cada vez que se ponga enfermo, cada vez que llore, cada vez que te pida que le arropes, que le beses o que le riñas y así hasta el último instante de nuestra vida. No creo que haya nada más bello ni mas mágico que el hecho de ser madre. Por eso cada vez que sale cualquier nueva historia sobre los niños robados me estremezco de miedo y de dolor y pienso en la incertidumbre que durante tantos años habrá acompañado a esas mujeres, la impotencia con la que han vivido, la culpabilidad que seguramente muchas de ellas sienten aún hoy, y sobretodo la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido.
En el dormitorio de mis padres hay un dibujo hecho a plumilla, fue un trabajo que un niño llamado Celedoniet Sanz hizo en el colegio, con ocasión del día de la madre, como regalo para la suya. En dicho dibujo se puede leer: "Sólo hay tres inmensidades: la de Dios, la de la ciencia y el cariño de una madre". Está fechado en mayo de 1896. Desde que lo leí no lo he olvidado jamás, porque tengo una madre que me quiere mucho y de la que disfruto cada día y porque yo soy madre de dos hijos a los que amo por encima de todo.

2 comentarios:

  1. Perfecto Begoña. No digo precioso porque el tema no lo merece.

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    1. Gracias Pilar. El tema por desgracia es muy triste y a mí me duelen esas cosas en el alma.

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