viernes, 28 de septiembre de 2012

30 AÑOS DE PROFESION



Llegué a este mundo profesional un 1º de octubre, bajo el signo de Libra, no en vano es uno de los atributos que luce la Diosa Themis en su mano izquierda. Aún está vivo en mi memoria el revolotear de aquellas mariposas en mi estomago, las que hace treinta años me acompañaron hasta la Audiencia Provincial a jurar el cargo. A decir verdad fueron múltiples las sensaciones que se dieron cita en mi interior: pánico, orgullo, alegría, salpimentado todo ello con una ignorancia enorme  pero con una ilusión que rezumaba por todo mi ser. Había conseguido llegar a donde siempre quise ir. Desde muy temprana edad quise ser abogada. El primer obstáculo lo encontré en mi padre que siempre pensó que ésta no era una carrera para mujeres, porque el ejercicio profesional –decía- implica una gran dedicación y “tu te casarás, tendrás hijos y no podrás dedicarte a la profesión”. Una vez superado dicho obstáculo me encontré con el segundo, el de los clientes, que veían a una chica con cara de niña que no les inspiraba confianza alguna. Ese quizás es el más difícil de superar, pero estudio y trabajo ayudaron mucho y por supuesto un maestro, -mi padre- que me exigió muchas veces hasta la extenuación y al que yo no le he agradecido aún suficientemente  que actuara así conmigo porque sólo con disciplina férrea se curte una persona y se pueden conseguir las metas que uno se propone.
Años después cuando ya había completado mi formación jurídica y me encontré preparada decidí emprender un camino en solitario, fuera del paraguas familiar. Creo que en parte deseé comprobar si era capaz de sobrevivir en este mundo jurídico, cada día más poblado, donde la competencia es enorme y fue entonces cuando aposté por dedicarme en exclusiva a una rama del Derecho que hasta ese momento apenas era tenida en cuenta por los grandes civilistas: El Derecho de Familia. Vi muy claro que la familia era la base de la sociedad y sobretodo comprobé que todas las materias del derecho estaban interconectadas con el Derecho de Familia. Hubo en estos años quien alguna vez me preguntó si podía comer llevando sólo pleitos de familia. A la vista está mi lozanía.
Siempre he dicho que soy una privilegiada porque hago lo que me gusta, porque disfruto a diario con mi trabajo, que se ha convertido en una de esas tres patas que me sustentan, las otras dos son mi familia y mis amigos. La Diosa Themis, la “del buen consejo”, siempre me ha guiado en mi andadura y me siento satisfecha de estos treinta años de dedicación a la profesión que un día escogí, para mí la más bonita del mundo, aquella en la que participas activamente para que se imparta justicia, que como definió Ulpiano es dar a cada uno lo suyo. A esto me dedicaré unos años más, no sé aún cuantos, porque es verdad que hay otras cosas que me apasionan. Gracias a mi maestro que tanto me enseñó, a mi madre que siempre me ha apoyado, a mis clientes que me entregaron su confianza, a esas dos mujeres que trabajan a diario junto a mi desde hace ya muchos años, codo con codo, Marina Sáez y Carmen Lozano, a mi hermano Javier, de quien siempre procuro su sabio consejo y sobretodo a mis hijos, a los que les he dedicado menos tiempo del que merecían porque en parte compartí ese tiempo con esta apasionante profesión. 

jueves, 30 de agosto de 2012

LOS EUFEMISMOS


DAR A CADA UNO LO SUYO (ULPIANO)

No me gusta cuando nos empeñamos en no llamar a las cosas por su nombre. Y eso es lo que ocurre cuando se trata de disfrazar a la cadena perpetua con el sobre nombre de custodia de seguridad, que no es otra cosa que el alargamiento en diez años más de la condena impuesta por un tribunal al reo, cuyo delito cometido haya creado alarma social o el individuo en sí resulte un peligro para la sociedad, sin necesidad de ser terrorista, v.gr., José Bretón. Si actualmente la máxima condena en España puede ser de cuarenta años, con este "añadido" la prisión se podría prorrogar hasta los cincuenta años de cárcel. Esto sería lo más próximo a esa cadena perpetua que viene solicitando desde hace tiempo la sociedad en general, cuando se cometen delitos tan abominables y escabrosos como los de la desaparición de Marta del Castillo, el de los niños de Córdoba o antes tantos otros en los que la condena de sus autores resultó ser una nimiedad, si lo comparamos con el dolor tan profundo, el sufrimiento desmedido y sobre todo irreparable que causaron en sus seres más queridos, amén de la insidia y crueldad con que se cometieron y dieron muerte a personas totalmente indefensas.


Al parecer en la modificación que prepara el Sr. Gallardón en cuanto al Código Penal se indica que la pena podría ser revisada por Instituciones Penitenciarias en el caso de que el reo hubiera experimentado un cambio suficiente para que no se le aplique ese "máximo" al que antes hacía referencia. Y cuando leo esto me acuerdo de mi padre, que siempre ha dicho: "las personas nunca cambiamos para bien, en todo caso cambiamos para mal" y lo cierto es que el tiempo y la vida le han dado la razón. Los individuos que cometen este tipo de delitos, habitualmente no son locos que no saben lo que hacen. Lo saben perfectamente, distinguen el bien del mal de forma más que cumplida y son capaces de conocer el alcance exacto de sus actos y el dolor que infligen a sus víctimas, por lo que cabe preguntarse ¿qué es lo que van a cambiar estas alimañas?. ¿Por que tanto miedo en llamar a las cosas por su nombre? ¿por qué lamentarnos una vez y otra cuando ocurren este tipo de hechos sin que exista una condena de por vida a quien es capaz, no sólo de matar, sino de hacerlo con tanta saña, crueldad y dolor? ¿por que tenemos tantos complejos?.

La cadena perpetua debe de ser eso, perpetua, para siempre. Debe de consistir en privar, a quien comete un hecho tan aterrador, del bien más preciado que tenemos después de la vida, la libertad. Pero ademas debe de servir para preservar a la sociedad de individuos capaces de cometer, no sólo el más vil de los delitos sino de causar con su actuar estragos en quienes  tienen que seguir viviendo sin sus seres más queridos. Lo que la sociedad pide es que se haga justicia y por eso no puedo más que citar la definición que Ulpiano, -uno de los más grandes juristas romanos-, hizo de la Justicia: "Dar a cada uno lo suyo".

martes, 28 de agosto de 2012

IN MEMORIAM

Ruth y José

Ningún día como hoy le encontré tanto sentido al título que decidí darle a mi blog, "El derecho y el revés", no sólo porque en él podía tratar temas legales, (el derecho) sino también porque en ese mismo derecho podía hablar de las cosas bonitas de la vida, de mis experiencias satisfactorias, positivas, alegres o ilusionantes. ¿Que recoger en el revés? en el revés  iba a poder escribir precisamente de todo lo contrario, de aquellos problemas que nos preocupan, de situaciones injustas, de episodios negros que se viven a diario y que afectan a una o más personas o a la sociedad en general. Y hoy me toca hablar de ese revés, que en ocasiones nos da la vida, con la mano abierta, en plena mejilla y que hace que se tambalee hasta nuestro sentido. El revés de la desaparición, la tortura, la crueldad y la muerte de dos seres inocentes: Ruth y José.
No es la primera vez que estos hechos ocurren, pero sí quizás que se dan con ese grado de sadismo y  truculencia. Si al dolor de perder dos hijos, no se sabe (ni creo que llegue a saberse) en qué circunstancias concretas, le sumamos la crueldad añadida y gratuita de once meses de angustia, de desesperación, y de insomnio el resultado para la victima es devastador. Ese precisamente y no otro es el único propósito que siempre buscó su verdugo: infligir la pena máxima a la madre, que no es otra que la de exterminar a sus hijos. Porque la forma en que han muerto los niños no ha sido un asesinato,o más exactamente un parricidio, ha sido un exterminio en toda regla, donde el padre se ha ocupado de acabar del todo con sus cuerpos y con la más mínima evidencia física de vida a fin de que no se pueda acreditar a través de las pruebas biológicas oportunas su identidad exacta y tratar de eludir así su condena.
Mención aparte merece la Administración del Estado en sus distintos estamentos u organismos. El actuar del Juez instructor, sin conocerlo y sin saber más que lo que la prensa nos ha transmitido, merece un reconocimiento por su dedicación al caso, por la búsqueda constante de la verdad, y por mantener el criterio inicial de prisión para el acusado, basándose en la intima convicción de lo que vio y escucho y seguramente también en su experiencia e intuición. Lo mismo puedo decir de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Yo estoy convencida de que tenemos un cuerpo de policía muy profesional que cuenta con una excelente preparación y que ha dedicado todo su empeño y afán en la búsqueda de los dos niños Ruth y José. Lo que ya no tengo tan claro es que la policía cuente con todos los medios técnicos necesarios para que esa dedicación y afán se vean recompensados con un resultado que culmine en la resolución del caso, como ha ocurrido en esta ocasión. Fallos, porque somos humanos, los cometemos todos a diario, que duda cabe, pero cuando dichas  equivocaciones llevan consigo una falta de responsabilidad o una grave trascendencia, deben de ser debidamente reparados y corregidos. Es muy descorazonador para el justiciable ver que se tenga que acudir al ámbito privado para solucionar cuestiones que debería de resolver el Estado, porque causa desconfianza y porque yo vuelvo a preguntarme a quienes tenemos de gestores de nuestros intereses y sobretodo a qué se ha destinado nuestro dinero.
Por último no desviemos la atención de lo importante y sustancial. No es el momento de cargar la mano en la actuación policial sino de que caiga todo el peso de la justicia sobre un asesino despiadado al que habrá que imponerle la condena máxima porque no nos encontramos ante un enajenado sino ante un psicópata, que diferencia perfectamente el bien del mal, siendo precisamente él su más fiel representante.


lunes, 13 de agosto de 2012

A MARIBEL FEBRER O EL LENGUAJE DEL AMOR


EL LENGUAJE DEL AMOR

En ocasiones me dicen: “Que hijos tan cariñosos tienes”. Y es cierto, los dos lo son. Me demuestran a diario su amor y no sólo con palabras, -son habituales un te quiero mami, vuelve pronto o un que descanses, sino también con gestos como abrazos, besos, caricias. Se podría pensar que nacieron así y seguramente es verdad pero creo que también hay una parte de aprendizaje. Yo lo aprendí en mi adolescencia, de una mujer, de la que frecuenté su casa porque era amiga de su hija. Esa casa y esa familia siempre rezumaban amor sin ningún tipo de pudor. No digo con ello que no tuvieran problemas, o que esa madre no se enfadara cuando tuviera que hacerlo, o que fuera the happy family, pero a mí siempre me fascinó con cuanto amor, Maribel, les hablaba a sus hijas, a su marido, a su madre, a la que todos llamaban Abuelita Mari. Esa mujer tiene nombre y apellido: Isabel Febrer, Maribel para todos los que la conocemos. Me encantaba oírle decir: “Cristinita, mi amor trae esto o aquello”.  “Maribel, cielo avisa a abuelita Mari”. Ese afecto tan entrañable se extendía a todos los que convivimos con la familia Beviá-Febrer y a mi particularmente me caló tan hondo que pensé que el día que yo tuviera hijos les hablaría de esa forma tan afectuosa.

Una vez escribí en este mismo lugar que había conocido a mujeres en mi vida que me habían dejado huella,  por unas cosas u otras y que iría escribiendo y hablando de ellas y Maribel me marcó a fuego lo importante que es el lenguaje del amor y no sólo el oral, también el gestual. Lo importante de hablarles a los próximos con cariño y amor, demostrándoles a diario que les queremos, que nos importan, que les respetamos y que además no tenemos vergüenza en demostrarlo, en público o en privado, con testigos, con luz y taquígrafos o en la oscuridad de la noche arropando un dulce sueño y con el sello de un beso.

No quería dejar de rendirle este pequeño homenaje a Maribel, desde aquí, por lo mucho que me enseñó y porque nunca se lo dije. Hoy quiero que además de ella lo sepáis quienes me leéis  porque además he podido comprobar como esa forma de comunicación  me ha devuelto multiplicado por mil todo lo que doy y porque incluso cuando me enfado con quienes quiero suaviza en ocasiones la forma de dirigirme a quienes riño. Gracias por tu testimonio y tus enseñanzas que hoy forman parte de la mujer que soy. Un beso enorme lleno de cariño.

sábado, 19 de mayo de 2012

¿DIVERSIÓN SIN DIGNIDAD?

Cuando los sábados voy a caminar por la mañana tengo que retrasar mi salida frente al resto de días. Seguramente pensareis que el motivo es haber trasnochado el viernes y os aseguro que nada mas lejos de ello. El único motivo que me retrasa es los grupos de chicos y chicas que vuelven a esas horas de recogida, después de toda la noche de marcha. Siento una tremenda tristeza cuando los veo. Cada sábado igual al anterior. La explanada, en los lugares por los que ellos pasan, queda salpicada de bolsas de papel adornadas con el conocido logo de un restaurante de comida rápida, con sus cajitas, servilletas y restos de comida desperdigados. Ellos y ellas, apenas se tienen en pie, dando bandazos de un lado a otro, gritando, insultando a quienes pasamos por allí y en ocasiones cayéndose al suelo. Algunos o algunas, -es igual que sean chicos o chicas-, no tienen los 18 años, o al menos no los aparentan. Deambulan como zombies con el rimmel emborronado en sus caras, los peptous en las manos y esas minúsculas faldas elásticas que en ocasiones dejan ver casi sus ingles. Ellos bravucones siempre, maleducados, o ¿quizás debería decir ineducados?, y llevados por los efluvios del alcohol, buscando un árbol o farola donde  dejar los restos del naufragio de la noche. Penoso, lamentable, triste.
Esta mañana al regresar a casa vi a tres de ellos, tirados en la explanada, la gente les rodeaba al pasar, ella apenas se sostenía sentada, su compañero de aventuras se encontraba recostado sobre una mochila y el tercero en discordia, móvil en mano, la grababa, sólo a ella, mientras trataba de hacerla hablar. He pensado si ese tercero en discordia tendría el buen gusto de colgar esas imágenes en la red para que amigos y familiares, compañeros y enemigos de la susodicha la vieran en tan deplorable estado, se rieran de ella o sintieran vergüenza ajena ante esas imágenes. Me he preguntado qué puede llevar a un individuo como ése a realizar tales tomas que hieren la sensibilidad de cualquier persona en su sano juicio. Siempre he detestado a quien se aprovecha de los más débiles y este indeseable lo estaba haciendo. Seguramente a estas alturas ya correrá por la red esa imagen que para mi no es otra que la de la indignidad. Ver a esos chicos y chicas sin ser capaces de controlar sus gestos, sin ser dueños de sus actos, poniéndose en ocasiones en peligro, con tan solo cruzar una calle, me hace retrasar mi salida a la calle porque me produce dolor, tristeza y rabia y no creo ser sospechosa de puritana, melindre o mojigata.

domingo, 13 de mayo de 2012

LA INMENSIDAD DEL AMOR MATERNO


Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre el asunto de "los niños robados", pero no acababa de decidirme a ello. Es un asunto que me crea malestar, inquietud y angustia. Sólo pensar en el hecho de que pudiera haberme sucedido hace que me falte el aire. Que alguien te prive de un  hijo es terrible, deleznable e imperdonable, si eso además lo hace una "servidora de Dios" no tiene calificativo, al menos a mi no se me ocurre, pero lo que sí se me ocurre es que a quien ha sido capaz de hacerlo con engaño, con mentiras, prevaliéndose de su condición de religiosa, abusando de la débil y desvalida deba de aplicarsele la condena máxima y ademas cumplirla. ¿Quien le va a reparar a las madres a las que se les robaron sus bebés cada minuto que no han pasado con sus hijos? ¿Como se indemniza a esos hijos que no recibieron las caricias, los besos, las atenciones, la educación de sus madres?. Cuantas vidas truncadas, las de las madres y las de tantos hijos. 

Recuerdo con todo detalle el nacimiento de mis dos hijos. La primera vez que les ves, esos seres tan diminutos, tan desvalidos y tan perfectos sabes que serán parte de ti para siempre. El primer sentimiento que despiertan en una madre es el de un amor inmenso, que te desborda y que lo seguirá haciendo cada vez que lo mires, cada vez que se ponga enfermo, cada vez que llore, cada vez que te pida que le arropes, que le beses o que le riñas y así hasta el último instante de nuestra vida. No creo que haya nada más bello ni mas mágico que el hecho de ser madre. Por eso cada vez que sale cualquier nueva historia sobre los niños robados me estremezco de miedo y de dolor y pienso en la incertidumbre que durante tantos años habrá acompañado a esas mujeres, la impotencia con la que han vivido, la culpabilidad que seguramente muchas de ellas sienten aún hoy, y sobretodo la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido.
En el dormitorio de mis padres hay un dibujo hecho a plumilla, fue un trabajo que un niño llamado Celedoniet Sanz hizo en el colegio, con ocasión del día de la madre, como regalo para la suya. En dicho dibujo se puede leer: "Sólo hay tres inmensidades: la de Dios, la de la ciencia y el cariño de una madre". Está fechado en mayo de 1896. Desde que lo leí no lo he olvidado jamás, porque tengo una madre que me quiere mucho y de la que disfruto cada día y porque yo soy madre de dos hijos a los que amo por encima de todo.

martes, 8 de mayo de 2012

SER MUJER HOY

Esta mañana se ha celebrado en el Centro de Emprendedores de Alicante una mesa redonda organizada por AEPA, en la que servidora ha participado como ponente. El tema, siempre actual, "las amistades peligrosas: señales de alarma". En la misma han participado también las Psicólogas Isabel Mayordomo y Teresa Pereira, las cuales han expuesto una visión referida sobretodo a la toma de conciencia del maltrato por parte de la mujer que lo sufre, a aquellas señales que pueden hacer pensar que la relación de afectividad que viven es insana y que los comportamientos de su pareja son de todo menos normales. No voy a contaros lo que allí se ha dicho porque seguro que ya conocéis la legislación vigente y su alcance, pero si quería dejaros un pensamiento que he tenido antes de que se iniciara el acto. He pensado en lo afortunada que soy habiendo nacido en esta época en la que vivo, en la que las mujeres no somos invisibles a la sociedad sino que cada día estamos mas presentes en todos los estamentos sociales. Que afortunada he sido no habiendo nacido cincuenta años antes de lo que lo hice porque mi vida hubiera estado presidida por la falta de libertad y de derechos. Que alegría me ha dado saber que hay una Concejalía dedicada no sólo a los Servicios Sociales sino también a la Mujer, con el fin de ayudar a llevar a la práctica el Principio de Igualdad consagrado en nuestra Carta Magna. 

Les contaba esta mañana que no eran tan lejanos aquellos tiempos en que la mujer no podía vender, comprar, alquilar o aceptar herencias, entre otras cosas, sin el permiso de su marido, ni tan siquiera se le permitía administrar sus propios bienes. Tampoco hace tanto que se derogó el delito de uxoricidio por honor, en el que el marido "deshonrado" podía matar a su esposa, si la sorprendía in fraganti yaciendo con otro hombre y cuya pena era la de extrañamiento, o lo que es lo mismo, alejamiento,  a fin de evitar cualquier venganza por parte de la familia de la fallecida. En esos años el Código Civil decía que el marido debía de proteger a la esposa y la esposa obedecer al marido. Y yo me pregunto: ¿y quien las protegía de esos maridos que las golpeaban, las insultaban, las humillaban o las terminaban matando?. Y, sabéis? yo no quiero que me protejan, quiero que me respeten, que me valoren y que me quieran como soy: por encima de todo MUJER.