EL LENGUAJE DEL AMOR
En ocasiones me dicen: “Que
hijos tan cariñosos tienes”. Y es cierto, los dos lo son. Me demuestran a
diario su amor y no sólo con palabras, -son habituales un te quiero mami,
vuelve pronto o un que descanses, sino también con gestos como abrazos, besos, caricias.
Se podría pensar que nacieron así y seguramente es verdad pero creo que también
hay una parte de aprendizaje. Yo lo aprendí en mi adolescencia, de una mujer,
de la que frecuenté su casa porque era amiga de su hija. Esa casa y esa familia
siempre rezumaban amor sin ningún tipo de pudor. No digo con ello que no
tuvieran problemas, o que esa madre no se enfadara cuando tuviera que hacerlo,
o que fuera the happy family, pero a mí
siempre me fascinó con cuanto amor, Maribel, les hablaba a sus hijas, a su
marido, a su madre, a la que todos llamaban Abuelita Mari. Esa mujer tiene
nombre y apellido: Isabel Febrer, Maribel para todos los que la conocemos. Me
encantaba oírle decir: “Cristinita, mi amor trae esto o aquello”. “Maribel, cielo avisa a abuelita Mari”. Ese
afecto tan entrañable se extendía a todos los que convivimos con la familia
Beviá-Febrer y a mi particularmente me caló tan hondo que pensé que el día que
yo tuviera hijos les hablaría de esa forma tan afectuosa.
Una vez escribí en este
mismo lugar que había conocido a mujeres en mi vida que me habían dejado
huella, por unas cosas u otras y que
iría escribiendo y hablando de ellas y Maribel me marcó a fuego lo importante que
es el lenguaje del amor y no sólo el oral, también el gestual. Lo importante de
hablarles a los próximos con cariño y amor, demostrándoles a diario que les
queremos, que nos importan, que les respetamos y que además no tenemos
vergüenza en demostrarlo, en público o en privado, con testigos, con luz y
taquígrafos o en la oscuridad de la noche arropando un dulce sueño y con el
sello de un beso.
No quería dejar de rendirle
este pequeño homenaje a Maribel, desde aquí, por lo mucho que me enseñó y
porque nunca se lo dije. Hoy quiero que además de ella lo sepáis quienes me leéis porque además he podido comprobar como esa
forma de comunicación me ha devuelto multiplicado
por mil todo lo que doy y porque incluso cuando me enfado con quienes quiero
suaviza en ocasiones la forma de dirigirme a quienes riño. Gracias por tu
testimonio y tus enseñanzas que hoy forman parte de la mujer que soy. Un beso
enorme lleno de cariño.
Que gran verdad. Los niños son esponjas que absorben todo o que ve a su alrededor.Si ven y oyen hablar con amor respeto y cariño, lo reciben y es lo que van a dar el día de mañana. Segurísimo. Se predica con el ejemplo.
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